Los Peligros

JUAN BONILLA

Si se fijan, en las solapas de los libros de Juan Bonilla no aparecen datos biográficos. Poco se sabe de él, salvo que desaparece de escena durante largas temporadas. Hay que escribirle a su antiguo domicilio familiar de Jerez desde donde, me aseguran, le hacen llegar lo que sea a la parte del mundo donde buenamente se encuentre. Pero tampoco hace por esconderse a conciencia. Como buen narcisista deja pistas, no cambia de nombre. Las he seguido. Unas veces con éxito y en otras me encontré con gente que se llamaban como él pero no eran él, como ese jugador de béisbol de Los Padres de San Diego, mejor jugador del año 1981, o el actual viceministro de Ambiente de Colombia. El Juan Bonilla que declaró su interés por los desubicados debe ser el mismo guía de Oaxaca que se anuncia en inglés a los turistas. Como el Juan Bonilla que trata de dañar sensibilidades parece ser el agricultor de igual nombre que se felicita, con resignada ironía, porque su esposa sea la responsable del criadero de conejos que la FAO ha inaugurado en Cacaotera, El Salvador. Sin duda es también ese conductor de vehículos de la superintendencia de bancos de Panamá. Y merecería que el par de poemas que José Martí le dedicó a su amigo Juan Bonilla, de Cayo Hueso, fuera una broma que le gastan los que conocen su búsqueda de libros que nos escriban a nosotros, que nos conviertan en personajes. Sólo en la península y Canarias hay 5000 familias que se apellidan Bonilla; puede seguir adoptando personalidades distintas. O quizás, como dijo alguna vez, todo se trate de “añadir la memoria de otro a la mía: ¿no es al fin y al cabo eso la literatura?”

Publicado como marcapáginas de la Presencia Literaria en la UCA de Juan Bonilla el 24 de Noviembre de 2005

JUAN BONILLA

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