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Los Peligros |
Artículos, relatos, quejas, comentarios y advertencias, no necesariamente moralizantes, del escritor Manuel Ruiz Torres. | ![]() |
JOSÉ LASHERASComo reconoce José Lasheras en esta exposición, el espacio es elemento primordial de la Arquitectura. Ya sea entendida como ciencia o arte, nace para organizar ese espacio. Todo se sitúa en un espacio, ocupa un volumen, pero es la percepción, como primer paso de la emoción, la que nos permite relacionarnos individualmente con nuestro entorno, formar parte de él. A través de la vista, nos hacemos idea de su volumen. Pero rara vez se le reconocen a los otros sentidos capacidad para condicionar esa percepción, aunque todos participan en la construcción emocional de ese espacio. A veces, lo que asociamos íntimamente a un espacio es un sonido, como el crujir del suelo, o el tacto rugoso de un tejido, tan importantes en nuestro propio descubrimiento de ese espacio. Cada uno personaliza el espacio que ocupa con su propio bagaje sentimental, lo padece o disfruta con subjetividad, con cambios de ánimo, con recuerdos. No hay un único espacio sino tantos como emociones. Esa parece ser la idea conductora de estos bocetos, fotografías y dibujos que conforman este particular reconocimiento de José Lasheras a la Arquitectura.Cualquier interpretación es, por definición, subjetiva. Pero desde esa premisa, todas son admisibles. Contribuyen también a que personalicemos esos nuevos espacios recién construidos por cada una de estas obras, parte ya de nuestra memoria. La primera mirada repara en el equilibrio, en el gusto por la estética, en el resultado de sus buenas composiciones. Pero hay un hilo invisible común: puertas y ventanas cerca siempre de los bordes de la obra, el cuerpo humano troceado con una intención simbólica y un uso del color como invitación anímica. Dice un poema de Lao Tse: Hacemos puertas y ventanas para una estancia, y son esos espacios vacíos los que hacen la estancia habitable. Así, mientras lo tangible posee cualidades, es lo intangible lo que la hace útil Estos espacios de José Lasheras, descritos ya como emocionales, pretenden la habitabilidad. No basta construir un cubo cerrado, por muy amplio que sea, para que tengamos ya una casa. También el ánimo necesita de esa intangibilidad, de esas ventanas y puertas que puedan abrirse. Sobre el azul de la tranquilidad, de la calma, construirá el Espacio del Arquitecto, donde figure la mano que obra. Pero elegirá también el mismo color relajante para inventar el Espacio del Viajero, donde el hombre flota como el pez, animoso en esa pecera. Porque el viaje no es lo contrario del espacio, sino su ensanchamiento. Azul, a su vez, será el escenario donde el hombre en sombras se dirige a la luz, en una esquina; en la contraria, la puerta entreabierta, cálida. Dos tentaciones. El color es luz, una apreciación relativa del ojo. Cambia cuando se modifica la luz. También una emoción depende de las impresiones de los sentidos. Para El Sueño elige un rojo que nos aumenta el ritmo respiratorio, donde el fuego prevalece sobre la electricidad apagada. El fuego, que es otro de los nombres de la pasión, como un sueño. En Mis ansiedades puede ser un estado de agitación e inquietud pero también de anhelo, jugando aquí, más que con la ambigüedad de la palabra, con la poca durabilidad de las emociones. La figura humana irradia luz de tungsteno, un exceso de amarillo sucio perturbador, mientras esta nueva puerta, entornada también, es ahora de la oscuridad metálica del miedo. Un hombre que, en la jaula, se difumina, desaparece. No space, no face. Sin espacio es alguien sin rostro, sin identidad. Pero también sin paramento, sin paredes, sin casa. Otra vez la construcción de un espacio propio. Que empieza en el cuerpo humano como el espacio más íntimamente habitado, una preconstrucción que se hace útil con eso tan intangible que es el alma. Otro nombre rotundo para la identidad. Y definido así lo singular de cada uno en su espíritu, en sus emociones, se hace innecesario concretar un cuerpo. Los cuerpos aparecen difuminados o troceados, por su utilidad como metáforas: pies que huyen o son apoyo, piernas que son columnas de equilibrio, manos que, como en Loking for you, se dirigen a abrir una ventana cenital blanca, lo que presagia un inicio afortunado. Hasta llegar a ese hombre, alarife al fin, que sostiene un punto luminoso gigantesco y, a la vez, descansa en él. Construcciones terminadas pero, también, con mucho por hacer. El paso del artista que, desde sus propias emociones, se propone emocionar, conmovernos el ánimo. Intangible y útil siempre. Prólogo al Catálogo de la exposición "José Lasheras: sueños de un espacio" (Cádiz, 10 al 24 de marzo de 2006), arquitectosdecádiz, 2006 |
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